Solidarizarse con la señora Jeanine Áñez Chávez, no debe ser considerado un hecho político, sino un acto de grandeza cívica. Cada boliviano que levante su voz encenderá un relámpago que plateará las aguas del Machupo y hará restallar la inocencia entre las verdes estrellas de San Joaquin.
No podemos consentir que languidezca y muera la esperanza en la democracia y la justicia, porque unos adictos a la nequicia, esos que tienen el corazón frío, las hayan acorralado. No permitamos que tengan éxito los sediciosos de siempre, los terroristas de verdad, los conspiradores de noches viciosas que se han alzado contra todo humanismo, ciencia y razón. Jeanine Áñez Chávez ha caído en poder de espíritus cobardes, de manos desmañadas, de mentes borrosas, de corazones agrios y helados, portando la espada luminosa de la valentía y la verdad.
Pobres miserables gentes oscuras salidas de los barrancos de la frustración, no podrán evitar que el fulgor esmeralda de Oriente brille irreprimible, resucitando la alegría y la libertad; no podrán impedir que el alto Occidente acabe con la noche de los narcorrelatos e imponga la luz de la verdad; no podrán estorbar la marcha de los valles fecundos hacia el buen sentido, la sabiduría y la redención. Bolivia ya hizo una rebelión ciudadana que terminó con la más obscena tiranía de la historia. Ya hizo huir a los tigres de papel crepé. Los bolivianos que creyeron en ellos, ya saben que los Malinches del siglo XXI, bien apeados al nuevo Hernán Cortés del socialismo español, no pueden volver.
Yo sé que Dña. Jeanine los mira firme y altiva porque ella no jugó a la ruleta y perdió el Mar, ni vendió el Silala, no planeó la muerte de nadie en un hotel de Santa Cruz, ni dilapidó la mejor oportunidad de la historia de Bolivia, no escupió en el rostro a los “discapacitados”, ni abofeteó a los indígenas del Tipnis, no le dio la espalda al gran Potosí, que es el pueblo más sacrificado e indómito de las repúblicas de América, no regó desde el Estado el odio racista, ni asoció la corrupción con la impunidad. A la Sra. Jeanine la pretenden juzgar los mesnaderos del hombre más cobarde e infame, del hombre que extravió su rostro, para siempre, el 10 de Noviembre de 2019.
La Justicia doña Jeanine no está en las cortes, la Justicia está deambulando por los extramuros de las ciudades, escondiéndose en las criptas, en los templos, en los áticos y devanes. La Justicia ha sido proscrita del “Poder Judicial”, pero crece y acumula fuerzas en los hogares de millones de bolivianos probos y no tardará en irrumpir y hacer lo que se debe hacer.
Nuestra ex Presidenta Constitucional podrá entonces ir a beber las aguas dulces y a mojar los pies en el Machupo, allá verá la luz de las verdes estrellas de San Joaquín. Protegida por un tajibo o un motacú se dirá en su mente que las noches de oscurantismo terminan siempre en las mañanas radiantes de libertad.
FUENTE: Redes Sociales.
ANN Noticias.