BERZAIN: Medidas esenciales para la Transición a la Democracia


Conferencia de Carlos Sánchez Berzaín celebrada en la sede del IID este 6 de noviembre de 2025.

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La recuperación de la democracia en América Latina exige una transformación profunda del sistema político, jurídico y moral. Conforme a la Carta Democrática Interamericana, la democracia está definida como un derecho de los pueblos basado en cinco pilares: libertades fundamentales, Estado de derecho, independencia de poderes, libre organización política y elecciones libres. En 2025, cuatro países —Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia— continúan bajo regímenes que suprimen todos esos principios, consolidando lo que el autor denomina “dictaduras del crimen organizado”.
Estas dictaduras no son simples desviaciones ideológicas, sino estructuras criminales que han reemplazado la política con el delito. Desde la expansión del modelo cubano con apoyo del chavismo, estos regímenes han institucionalizado la represión, el narcotráfico y la corrupción, utilizando el aparato estatal para mantener el control a través del miedo y la pobreza. Frente a este panorama, el cambio geopolítico impulsado por Estados Unidos y el agotamiento interno de esos sistemas abren un escenario de transiciones inminentes, especialmente en Bolivia y Venezuela.
Ningún país podrá transitar hacia la democracia si no aplica tres medidas esenciales. La primera es la eliminación de la estructura jurídica de la dictadura* es decir, derogar constituciones y leyes diseñadas para perpetuar la opresión y sustituirlas por un orden que garantice la igualdad, la propiedad privada y los derechos humanos. La segunda medida es la no impunidad, porque los crímenes de lesa humanidad, el narcotráfico y la corrupción deben ser juzgados; de lo contrario, el retorno democrático se convierte en una farsa. La tercera es la ilegalización de los instrumentos políticos del crimen, impidiendo que los partidos del socialismo del siglo XXI —como el MAS, el sandinismo o el chavismo— continúen operando bajo apariencia democrática.
Al respecto hay dos ejemplos históricos: el éxito de Alemania y Japón tras la Segunda Guerra Mundial, donde se eliminaron las estructuras dictatoriales y se juzgó a los culpables; y el fracaso de Nicaragua en 1990, cuando la impunidad permitió el regreso de Daniel Ortega al poder. La lección es clara: sin justicia, sin desmontar la maquinaria del delito y sin prohibir la participación política de los responsables, no hay transición a la democracia.
Recuperar la democracia implica mucho más que ganar elecciones: supone restaurar el poder legítimo del pueblo, reconstruir las instituciones y erradicar la cultura del crimen enquistada en el Estado. La libertad en Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia solo será posible si se cumplen esas tres condiciones esenciales. Solo así las Américas podrán volver a ser, como lo exige su Carta Democrática, una comunidad de naciones democráticas, libres, justas y soberanas.

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