Son hechos públicos y notorios que los regímenes de Cuba,
Venezuela, Bolivia y Nicaragua cometen terrorismo de Estado, crímenes de lesa
humanidad, violación institucionalizada de derechos humanos, corrupción y
operan como narcoestados. Lo prueba la realidad objetiva de cada uno de estos
países con presos y exiliados políticos, perseguidos y condenados por su
justicia dictatorial. Los opresores tienen impunidad para detentar
indefinidamente el poder en una región donde la “democracia es un derecho de
los pueblos”, pero donde la lucha contra las dictaduras tiene amigos de mentira
y enemigos de verdad.
Las acciones represivas de la dictadura de
Cuba desde el 11 de Julio de 2021 (11-J) en que el pueblo salió pacíficamente
para pedir libertad, Patria y Vida, son prueba definitiva de terrorismo de
Estado. Miles de presos, centenas de procesados y condenados incluyendo menores
de edad, extorsiones con presiones familiares, linchamientos en juicios sin
derecho alguno, falsificación de acusaciones y pruebas y sentencias atroces,
son parte del iter criminis. Nada raro, solo la recurrencia de
crímenes impunes en Cuba desde 1959.
Es el sistema del castrochavismo del siglo XXI
que se repite en Nicaragua, Venezuela y Bolivia. En todos estos países hay
presos y perseguidos políticos, torturados, gente inocente acusada forzada al
exilio, falsificación de acusaciones, de prueba y de sentencias como parte de
la normalidad dictatorial, inseguridad absoluta y total indefensión, que
representa no tener la protección de nada ni de nadie frente al poder
omnipotente de los jefes del narcoestado.
En Bolivia, han falsificado como golpe de estado el fraude electoral 5de octubre de 2019 que motivó la renuncia voluntaria de Evo Morales. Han fraguado una narrativa en contra de lo documentado por la prensa internacional, lo certificado por la Organización de Estados Americanos y la Unión Europea y de lo probado por confesiones de Morales y sus cómplices. Con estos crímenes cambiaron la fuga del dictador por “golpe de estado” y con manipulación igual a la de los juicios del 11-J de Cuba, han sentenciado a inocentes a 10 años de cárcel. Todos los opositores tienen juicios y/o sentencias en su contra y permanecen libres y en Bolivia mientras llamen democracia a esta farsa.
En Venezuela además de las mismas prácticas
que han llevado a condenas atroces como los 30 años de cárcel a inocentes como
supuestos autores de un atentado contra el dictador Maduro, están aplicando la
“puerta giratoria” con los presos políticos, incluyendo a ciudadanos de Estados
Unidos. Por esta vieja técnica criminal aplicada por décadas en Cuba, por una
parte se excarcela a algunos presos y por la otra se encarcela el mismo número
o más para mantenerlos como señales de terror y fichas de negociación.
Además de expresiones de preocupación,
sanciones no inhabilitantes, apertura de investigaciones y muchas declaraciones
de solidaridad, no pasa nada. En el caso de Cuba no ha sido posible en más de
un año dotar al pueblo de servicio de internet por encima del bloqueo de la
dictadura, Estados Unidos ha sufrido una agresión migratoria más grande que la
del Mariel, las inversiones de España y Canadá no parecen disminuir, se ha
reinstalado el turismo señalado como sexual, el tráfico de médicos esclavos se
ha ampliado a México y otros países y la dictadura alega ser víctima.
Más de lo mismo en Nicaragua, mucha
solidaridad, pero ni el Papa Francisco defiende su curia acosada, acusada y
apresada, los presos suman y siguen, la indefensión es total. Bolivia tampoco
interesa a nadie, se han presentado los crímenes de Morales, Arce y su entorno
como falencias de justicia pero se mantienen, el régimen ha iniciado nuevas
acusaciones falsas y sigue siendo aceptado como democracia con 98 presos
políticos. En el caso de Venezuela peor, con la agravante que crecen rogativas
y propuestas para que el dictador Maduro reabra negociaciones en México con un
gobierno legítimo ahora sólo llamado oposición.
Los líderes, gobiernos democráticos y
organismos internacionales saben esto y más, pero “no hay ayuda ni acciones
reales” para los pueblos de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua que en
resistencia civil luchan pacíficamente contra las dictaduras. Mientras tanto,
los dictadores están en el “combate” al que el dictador de Cuba convocó por el
11-J y conspiran en toda la región. Unos parecen amigos de mentira y los otros
son enemigos de verdad.
*Abogado y Politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy
Opinión y Análisis.
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