*Por: Carlos Sánchez Berzaín.
Nadie
huye de su país en condiciones normales. Forzar el exilio tiene un triple
beneficio para los regímenes: es un medio de sometimiento interno, un arma de
ataque y desestabilización de las democracias y fuente de ingresos económicos.
La migración forzada afecta a todos los países de las
Américas, son de millones de personas que escapan de estados sin democracia,
buscando protección a sus derechos humanos violados por el sistema de crimen
organizado y terrorismo de estado. Los países democráticos que son el destino,
están afectados por el volumen de migrantes, al punto tener que rechazarlos. La
falta de libertad y democracia produce la crisis y su solución señala el fin de
las dictaduras porque son la causa de la emigración.
Migración es “el desplazamiento geográfico de individuos o
grupos, generalmente por causas económicas o sociales”. Exilio es “la
separación de una persona de la tierra en que vive” la “expatriación forzada de
un individuo mientras que alguna circunstancia, generalmente por motivos
políticos, le impide regresar”. Nadie huye de su país en condiciones normales.
Las causas de la salida forzosa son la ausencia de los elementos esenciales de
la democracia que se manifiestan política, económica y socialmente.
La inseguridad ciudadana, la falta de empleo, la carencia de
alimentos, la degradación de la educación y su suplantación por
adoctrinamiento, la falta de libertad, los presos políticos, la tortura, los asesinatos,
la represión religiosa, el ataque a la propiedad privada, la persecución
política, el país convertido en narcoestado y más, son todas violaciones a los
derechos humanos. Es el “terrorismo de estado” definido como los “delitos que
se cometen desde el gobierno con el propósito de generar miedo en la población
para que ésta asuma conductas de sometimiento que de otra forma no serían
posibles”.
La manipulación de la justicia por el régimen que somete a
la gente a indefensión, la concentración de todo el poder con vigencia
indefinida e impune, la inexistencia de elecciones libres y limpias, la
imposibilidad de expresarse y asociarse libremente, la ausencia de libertad de
prensa, la creación de leyes infames que violan los derechos humanos en lugar de
protegerlos por la simulación legislativa del régimen, son violaciones a los
derechos humanos por los gobiernos de crimen organizado.
Nadie quiere o puede continuar viviendo en un país sin
respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, sin estado de
derecho y sin separación e independencia de poderes. No es posible aceptar que
su familia e hijos soporten el miedo, la indefensión, el hambre y la miseria
que imponen las dictaduras como metodología para someter a los pueblos. Quien
no se somete al sistema de crimen organizado y terrorismo de estado está
forzado a emigrar.
El siglo 21 en las Américas está marcado por la expansión de
la dictadura de Cuba que ha instalado como sus satélites las dictaduras en
Venezuela, Nicaragua y Bolivia y ha llevado su proyecto a los gobiernos para
dictatoriales de Argentina con Fernández/Kirchner, México con López Obrador,
Colombia con Petro, Brasil con Lula da Silva y el intermitente Boric en Chile.
Las dictaduras son expulsoras de ciudadanos, centros de emigración y exilio que
tienen como causa la inexistencia de los elementos esenciales de la democracia.
Forzar la migración tiene un triple beneficio para las
dictaduras: es un medio de sometimiento interno, un arma de ataque y
desestabilización de las democracias, y fuente de ingresos económicos. Para
emigrar se necesita mínimamente estar documentado y eso depende del régimen,
las dictaduras promueven e infiltran los flujos migratorios que van a países
con democracia a los que buscan desestabilizar, y cuando los migrantes logran
ingresos económicos remiten dinero para ayudar a sus familias. Forzarlos a
salir, presionar la estabilidad de los países democráticos donde llegan y
recibir remesas, hacen del crimen de forzar migraciones un método eficiente y
lucrativo para las dictaduras.
Las migraciones más impactantes de este siglo en las
Américas se originan en las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua. En el
siglo 21 Cuba ha expulsado cerca del 25% de su población, que agregada a las
cuatro décadas de emigrantes del siglo pasado la ubica como el primer país de
salida forzada por casi 65 años. Venezuela ha expulsado cerca de 7 millones de
ciudadanos lo que representa más del 20% de su población. Nicaragua ha
expulsado el 11,06% de sus habitantes. Y siguen incrementándose.
La crisis fronteriza de Estados Unidos, la del Darién en
Panamá, la de la frontera de Chile y Perú por migrantes venezolanos, la de
Colombia, la de los nicaragüenses en Costa Rica, la de Manhattan y otras
ciudades sobrecargadas de migrantes, y más, son solo síntomas, consecuencias de
“una causa que se llama dictadura”. La solución es devolver la democracia a los
pueblos para que la gente no tenga que escapar y para que los que salieron
puedan cumplir la ansiada meta de retornar.
*Abogado y Politólogo. Director del Interamerican
Institute for Democracy
OPINIÓN Y ANALISIS.
ANN Noticias.